- ¿Cuál es el balance en lo deportivo?
- Cuando pasé a Catania, en el Top Ten (Primera división), fue muy duro.
La mayoría de los extranjeros tiene un físico impresionante y juega bien. Además, salió una ley por la que cada equipo debía
tener 11 italianos en la cancha; entonces, se produjo un recorte de jugadores y tuve que irme. Estaba por cerrar con Prato,
pero contrataron a otro rugbista por menos plata. En consecuencia, me quedé varado, sin club y con el libro de pases a punto
de cerrar. Justo en ese momento, me contrató Milazzo, que venía siguiendo mi trayectoria desde hacía un año. Actualmente,
el equipo está muy bien y quiere ascender. Gracias a Dios, tengo un nivel de vida excelente. En lo deportivo no es lo mejor,
pero estoy cómodo.
- ¿Qué se conoce de nuestro rugby en Italia?
- La mayoría sabe mucho de la selección de Tucumán de los ‘80.
Conocí a un jugador de otro equipo que sabía mucho acerca de nuestro rugby: cómo se manejan las inferiores, las infantiles
y juveniles. El renegaba porque en Italia las cosas no son así. De alguna manera, justificaba el nivel bajo del rugby italiano
y la razón por la que está lleno de extranjeros.
- ¿Cuál es la expectativa para el año que viene?
- Seguro que me voy para la serie A, pero siempre en Italia.
Aunque me quieren mucho en el club donde estoy, mi contrato es hasta marzo y después veremos cuáles son las probabilidades.
Evaluaré con mi representante y elegiré la que más me convenga.
- ¿Te costó la adaptación?
- Siempre fui familiero. Los primeros meses no me costaron tanto, porque estuve
con mi novia. Después, me quedé solo y no fue lo mismo. Extrañaba mucho a mi familia, a los amigos y al club. Allá, cada uno
va del entrenamiento a la casa, no es como en Tucumán.